Siria.- Después de 53 años de gobierno dinástico en Siria, el régimen de Bashar Al Assad ha sido finalmente derrocado. Los rebeldes sirios anunciaron este domingo la captura de la capital, Damasco, y el fin del dominio de la familia Assad.
Según los reportes, los soldados leales a Al Assad han huido o depuesto las armas ante el avance de las fuerzas rebeldes. Incluso se afirma que el propio presidente sirio habría sido abatido cuando intentaba escapar en un avión.
El primer ministro interino, Mohammed Ghazi Jalali, anunció que se encuentra preparando la transición del gobierno hacia un nuevo liderazgo, poniendo fin a más de medio siglo de poder absoluto de los Assad en Siria.
Este histórico momento llega tras años de una cruenta guerra civil que ha devastado al país. Los rebeldes y la población celebran el derrocamiento de un régimen tachado de autoritario y represor, aunque también se teme un periodo de inestabilidad en la nación.
La caída del gobierno de Bashar Al Assad representa un punto de inflexión trascendental en la convulsa historia reciente de Siria. Ahora se abre un nuevo e incierto capítulo para este país del Medio Oriente.
Si bien el derrocamiento de la dinastía Assad es celebrado por muchos como un triunfo de la libertad, algunos analistas advierten sobre los riesgos que representa, particularmente el potencial ascenso al poder del grupo terrorista Hayat Tahrir al Sham (HTS), una facción ligada al Estado Islámico.
Durante décadas, el gobierno de Bashar al-Assad, a pesar de su carácter autoritario, había logrado proteger a las minorías religiosas, especialmente a los cristianos, del acoso y la persecución de grupos extremistas como ISIS y Al-Qaeda. Ahora, con la caída del régimen, existe el temor de que estos grupos puedan aprovechar el vacío de poder.
Adicionalmente, la liberación de miles de presos políticos de la infame prisión de Sednaya, conocida por sus brutales métodos de tortura contra opositores del gobierno, podría derivar en un resurgimiento de la inestabilidad y la violencia en la nación.